Los Tordillos de los Remírez de Laredo

 

Los Tordillos de los Remírez de Laredo




 Hacendado trujillano montando un potro tordillo, año 17891

 

 

Carlos Alberto Vega Cárdenas

 

 

 Don Gaspar Antonio Remírez y Laredo salió de su patria, España, a los 18 años de edad a servir a su majestad; su padre fue dueño y poseedor del Señorío y Mayorazgo del valle de Torres en el Reyno de León.

 

En la ciudad de Trujillo del Perú El capitán don Gaspar Antonio Remírez y Laredo, fue Tesorero General de la Santa Cruzada de este Obispado, natural de la ciudad de León de los Reynos de España, casado con Da. Josefa de Torres y Toledo, trujillana, con quién tuvo 9 hijos. Fueron propietarios desde 1703 de la hacienda y trapiche de caña nombrada “San Nicolás del Paso”, conocida posteriormente como “Hacienda de Laredo”. La casa familiar está ubicada actualmente en la calle Independencia frente a la Iglesia San Francisco, hoy conocida como Casa Ganoza Chopitea.

 

En 1741 la hacienda fue heredada por su hijo el Comisario General de la Caballería don Agustín Gaspar Remírez y Laredo, trujillano de pura cepa, sembrador de caña dulce y potreros de alfalfa, “tenía un numeroso yeguarizo, cantidad de borricos y pollinos, caballos hechores chilenos, mulas y machos de carga” tan necesarias para el acarreo de caña al trapiche, la molienda y para cargar el azúcar desde las haciendas para la ciudad de Los Reyes, “tenía muy buenos caballos y yeguas en su caballeriza”; era un hombre de a caballo.

 

Su hermano el capitán D. Francisco Buenaventura Remírez y Laredo, caballero de la orden de Santiago y primer conde de San Javier y Casa Laredo fue casado con doña Francisca Javiera Calvo de Encalada, hermana del marqués de Villa Palma, fue dueño y señor de la hacienda chalaca de “La Legua” en el valle del Rímac, de la hacienda “El Galpón” situada a pocas cuadras del pueblo de San Gerónimo de Pativilca y de la “Hacienda de Laredo”, distante legua y media de la ciudad de Trujillo. A su muerte el año de 1783, sus haciendas las heredaron sus hijos, pero es el Dr. D. Gaspar Antonio Remírez de Laredo y Encalada, segundo conde de San Javier y Casa Laredo, Caballero de la orden de Santiago y teniente coronel de la Caballería de Dragones, vecino de la ciudad de Lima, quién tomó las riendas del trabajo de campo, centralizando la crianza caballar en su hacienda “El Galpón” en el valle de Pativilca.

 

Por esos años La Real Sala del Crimen de Lima solicitó al  conde de San Javier y Casa Laredo, “Que contenga y modere a sus esclavos de dar auxilio a los negros salteadores y otros y estando ausente en la capital de Lima mal puede sujetar a éstos esclavos voluntariosos viciados por faltarles la presencia del amo, cuya altivez no es posible que la puedan contener los administradores y arrendatarios, de que es fiel calificación el arrojo que tuvieron con don Fernando Marchena cuando se alzaron que pretendieron quitarle la vida sin otro motivo que tratar de contener su libertinaje”. En agosto de 1793, el conde dispuso que su apoderado en la ciudad de Trujillo le remita “todos los negros y ganados de su hacienda “San Nicolás del Paso” (a) Laredo, a su hacienda “El Galpón”. El traslado se realizó el 03 de octubre de 1793, con consentimiento de la Intendencia2.

 

Es así como comenzó su crianza, del cruce del yeguarizo trujillano con la línea de caballos lugareños que el conde de San Javier y Casa Laredo tenía en su hacienda “El Galpón”, todos caballos peruanos costeños descendientes de la raza andaluza. Los caballos trujillanos que llegaron a Pativilca fueron del tipo y contemporáneos a los de las acuarelas del obispo Martínez Compañón, caballos sin rival por su esbeltez para la silla, de buenos pisos, de fino pelaje, predominando el color tordillo.


Dama trujillana en una yegua tordilla, año 17893

 

 

El segundo conde de San Javier y Casa Laredo falleció el año de 1831 en el pueblo chalaco de Bellavista. El 24 de octubre de 1836 se hizo un inventario de la “Hacienda Laredo”, propiedad de su hijo don José Manuel Remírez de Laredo y Dueñas, casado con Da. María Lagunas, en el que se lee “los corrales de ganado, de paredes altas de adobes con troneras para la ventilación, de bastante capacidad, dos para guardar ganado ovejuno, uno para guardar los borricos, uno para bestias mulares, uno para bestias caballares y dos para guardar bueyes moledores, gañanes y toros chúcaros”, todos estaban vacios, sin esclavos y la hacienda arrendada. El conde había llevado todos sus negros y el ganado de su “Hacienda Laredo” a la de “El Galpón”.

 

 

En el año 1846 la hacendada de “El Galpón” era Da. Rosa Remírez de Laredo y Lagunas casada con D. Cipriano Zuloaga.

 

El 04 de setiembre de 1870 ocurrió un sangriento episodio conocido como “la rebelión de los rostros pintados”4. Se sublevaron 1500 chinos de las haciendas de los valles de Pativilca y Fortaleza; saquearon, incendiaron, matando a los administradores y capataces de campo, se apoderaron de caballos, armas y municiones, liberando a 800 chinos rompiendo las cadenas de los galpones de las propiedades de don Enrique Canaval, siguieron hacia Pativilca en busca de “La Condesa” doña Rosa Remírez de Laredo para matarla y no la encontraron, los que sí estuvieron fueron sus hijos don José Manuel y don Alejandro Zuloaga Remírez de Laredo, don Juan Arrieta casado con doña Aquilina Zuloaga Remírez de Laredo y don Celso Zuloaga Remírez de Laredo casado con doña Enriqueta Canaval, quienes decidieron hacerles frente con fuego de fusilería, haciéndolos retroceder, los rebeldes se reagruparon y dirigieron a la hacienda “El Galpón” saqueándola e incendiándola, liberaron a 500 chinos y robaron los mejores caballos para sus líderes. La trifulca duró 14 horas con el doloroso saldo de 200 chinos y 23 pativilcanos muertos; a las seis de la mañana del día siguiente se produjo el enfrentamiento, eran 1500 los sediciosos. Los hacendados con su gente, los pobladores pertrechados de armas contaron con la llegada del Prefecto de Lima con el batallón “Legión”. La refriega duro quince minutos. La caída de sus líderes causó desconcierto y la huida de los chinos que fueron perseguidos por los montes, los que se encontraban bien montados emprendieron su fuga por el valle de Huarmey. Capturados los principales caudillos fueron encarcelados, los demás restituidos a sus fundos y los caballos robados devueltos a sus dueños.



Dije, antiguo caballo peruano de la hacienda “El Galpón”

 

 

Los hermanos José Manuel, Alejandro y Celso Zuloaga Remírez de Laredo, Cipriano Arrieta Zuloaga y los Canaval, fueron grandes aficionados limeños a la crianza del caballo de paso. La afición les vino por herencia de más de tres siglos, todos hacendados de los valles de Pativilca y Fortaleza tuvieron una caballada de tordillos de primera clase, finos de piel y de pisos. La sangre de estos animales está en la mayor parte de las haciendas y criaderos de la provincia de Chancay. 

 

La guerra con Chile fue un duro Golpe para la crianza del caballo nacional en evidente decadencia desde 1870; los constantes saqueos, confiscaciones, y la imposición de cupos de caballos y mulas a las haciendas que gozaban de renombre, fue causa para que los yeguarizos y criaderos quedaron destruidos. Después de la ocupación chilena quedaron poquísimos buenos caballos en las haciendas de la costa.

 

En medio de esta crisis el señor Pedro Báscones Cuevas crio y formó una inmejorable línea en su hacienda “Miramar”, vecina a la hacienda “El Galpón”, línea que fue base de la mayor parte de los criaderos de caballos de paso del departamento de Lima, conocida como “Línea de Galpón”.

 

Como decía D. José Antonio Dapelo “línea de Galpón que aunque parezca mentira hasta hoy perdura, gracias a ciertos verdaderos aficionados que han sabido guardar y que otros no han podido acabar con ella”, “tuve la suerte de conocer a un potro tordillo mosqueado de nombre Alacrán, el cual ya tenía por lo menos 25 años allá por el año 1938; hijos de ese potro fueron Dije y Ñorbo, potros que adquiere mi padre del señor Pedro Báscones, de Galpón”.

 

La antigua línea de Galpón fue famosa por sus grandes pisos, suavidad y hermosa capa mayormente tordilla; siempre se tendrá que recordar al dueño y creador de esa línea D. Pedro Báscones, a los Báscones Zapata y Báscones Zuloaga como conservadores de la pureza racial del caballo peruano de paso gran herencia de la conquista.

 

 

 

 

Notas.

1 Ilustración de la obra del obispo de Trujillo Martínez Compañón, 1789.

2 Legajo 378 – Intendencia, compulsas – 31 de agosto 1793 -Expediente 1996. ADDLL

3 Ver nota 1

4 Chinos Culies: Bibliografía y Fuentes, Documentos y ensayos. Humberto Rodriguez Pastor. 1984.   

 

 

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