El Palacio de Iturregui en la opinión de tres ilustres visitantes

 

El Palacio de Iturregui en la opinión de tres ilustres visitantes







 

 

 

Miguel Adolfo Vega Cárdenas

 

 

El Palacio de Iturregui es la edificación de carácter civil más importante del siglo XIX, realizada en la ciudad de Trujillo del Perú por el prócer de la emancipación peruana don Juan Manuel de Iturregui y Aguilarte, acaudalado comerciante lambayecano que se estableció en Trujillo en 1834, al contraer matrimonio con la dama trujillana doña Manuela González Sáenz de Tejada y Martínez de Pinillos.

 

    El 01 de mayo de 1841, el entonces coronel Iturregui compró la antigua casa de los marqueses de Bellavista, solar de esquina donde edificó su magnífica mansión destinada a albergar a su nueva familia.

 

    Iturregui comenzó de inmediato la edificación de su nueva casa, hecho histórico que queda claramente demostrado al leer el diario de un ilustre visitante de Trujillo, llamado Herinrich Witt, quien a su paso por nuestra ciudad apuntó lo siguiente, el día 06 de mayo de 1842:

 

    “Hice compras y varias visitas preparándome para mi partida mientras estaba donde Iturregui, él me enseñó la nueva casa que estaba construyendo, en mi opinión muy grande y espléndida para Trujillo”.

 

Witt la consideró grande y espléndida es decir que la vio en estado de edificación bastante avanzado, con algunos acabados y seguramente muy próxima ya a su inauguración.

 

     Iturregui trajo de Inglaterra y Francia la idea de su nueva casa, la que en su aspecto exterior dista mucho de la tradicional casa trujillana de un solo piso. El diseño de planta sigue las líneas principales de la arquitectura de nuestras casas. El zaguán, sus dos amplios patios y un tercer patio que ocupa parte de la antigua huerta de la casa de los marqueses de Bellavista.

 

    La casa prontamente terminada llamó la atención de quienes visitaron nuestra ciudad, llamándola siempre palacio.

 

En 1862 don Mateo Paz Soldán al describir la ciudad, refirió:

 

    “La construcción es de adobe y los techos de madera con una torta de barro endurecido. La plaza en cuadrada. Entre los edificios particulares no debemos pasar en silencio la casa del General Iturregui que es una de las mejores de toda Sudamérica. Es un verdadero palacio”.

 

    De la reacción que produjo en sus contemporáneos el palacio de Iturregui, da fe la relación que de su visita hace el investigador y viajero norteamericano George Squier en 1873:

 

    “Encontramos su residencia, en la que también estaban las oficinas de la prefectura, sobre la calle Del Comercio, en el corazón mismo de la ciudad, un vasto edificio de dos altos pisos, que dominaba a todas las demás casas de la ciudad. Es de estilo moderno muy ornado y está construido alrededor de un patio central, con corredores sostenidos por columnas en cada piso. Al final del patio de ha omitido el segundo piso y ocupa su lugar una columnata. Su finalidad consiste en brindar mejor ventilación. Aunque por necesidad ha sido edificado en su mayor parte con los materiales ordinarios de construcción del país, éstos han sido empleados con el máximo cuidado y se los ha estucado y pintado al fresco e imitación del mármol. En conjunto visto desde el exterior o desde el patio constituye un edificio imponente, y su interior, por su disposición, decoración, arquitectura y mobiliario, armoniza con su exterior suntuoso y justifica probablemente, la distinción que generalmente se le confiere de ser la mejor residencia privada de Sudamérica. En su construcción y adorno no se escatimó nada que el dinero pudiera comprar, Se trajeron obreros y artistas de Italia y Francia y el mobiliario fue confeccionado expresamente para ella en París”.

 

    A las versiones de los tres ilustres visitantes justo es agregar la de don José Eulogio Garrido, dada en 1948:

 

    “La casa trasunta evidentemente el espíritu de gran señor que alentaba a D. Juan Manuel de Iturregui y Aguilarte, que quiso, supo y pudo edificar para vivir una casa amplia, bellísima, suntuosa, aprovechando con inteligente dispendio esos tesoros en que es tan rica y desbordante la atmósfera de Trujillo: el aire y la luz”.

 

 

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